Regular constituye una herramienta crítica para mejorar el bienestar de la economía y la sociedad en su conjunto. Sin embargo, un mal diseño o implementación puede llevar a que ésta se convierta en el problema y no la solución.
Las buenas prácticas regulatorias corresponden a herramientas, estándares y procesos internacionalmente reconocidos para mejorar la calidad de la normativa. Su objetivo es velar porque las regulaciones cumplan con el fin para el cuál fueron emitidas, se diseñen en base a evidencia y se dicten previa consideración de los impactos.